martes, 7 de agosto de 2018

FUNCIONES DE LA PLANEACIÓN


POLÍTICA, ADMINISTRACIÓN Y PLANEAMIENTO DE LA EDUCACIÓN

En el capítulo anterior se definió el planeamiento educativo como un proceso y un método para formular y ejecutar políticas de educación cuyas características luego se explicaron; también se dijo allí que comprendía tanto el proceso propiamente dicho de preparación de planes como su adopción por decisiones gubernamentales y su ejecución por parte de los organismos responsables de la administración educativa en todos sus niveles. Ahora se definirá de modo más estricto el carácter del planeamiento como instrumento al servicio del proceso más amplio de gobierno y administración educativos, distinguiendo y correlacionando sus aspectos técnicos, políticos y administrativos.

Las relaciones entre planeamiento, política y administración educativas están llamadas a recibir en el futuro una mayor y más cuidadosa atención; será éste el único modo de suprimir los equívocos y las confusiones observadas con frecuencia, y asegurar así al planeamiento una vigencia real unida a mayor eficacia.

Es explicable que, durante la primera fase del desarrollo de la idea y la práctica del planeamiento, se le prestara una atención per se, como función específica separada; ello pudo parecer necesario para destacar, frente a la administración tradicional, su necesidad y su papel, para convertirlo en un campo específico de investigación y definir mejor sus conceptos, requisitos y técnicas.

Sin embargo, esto condujo en muchos casos a organizar y realizar un planeamiento educativo sin vinculación, o por lo menos insuficientemente articulado, al proceso de toma de decisiones de gobierno y a las tareas efectivas de la administración. Parece haber llegado ahora el momento de realizar los esfuerzos necesarios para superar esta situación, a todas luces insostenible, de un paralelismo inconexo entre planeamiento política y administración educativa.

Supone esto evidentemente un replanteo de conceptos, un cambio de actitudes en los planificadores, los políticos y los administradores, como así una revisión de las estructuras y los métodos de la administración educativa, para incorporar el planeamiento como un proceso funcional y permanente dentro del proceso total de la adopción de decisiones, conducción, supervisión y coordinación del desarrollo educativo. Ahora bien, adviértase que resulta difícil, cuando no inconveniente, establecer una separación tajante, desde el punto de vista conceptual u operativo, entre-planeamiento, política y administración.

Esto no suprime la necesidad que existan organismos específicos encargados de realizar o coordinar determinadas tareas de planeamiento, pero señala el hecho que en un bien estructurado y eficiente proceso administrativo de la educación, planeamiento, adopción de decisiones, realización de las mismas mediante acciones coordinadas y evaluación de resultados constituyen un continuum cuyas fronteras no es fácil establecer.

1.    EL PLANEAMIENTO DE LA EDUCACIÓN COMO PROCESO TÉCNICO

En sus aspectos técnicos, este planeamiento es un proceso metódico, interdisciplinario y permanente de diagnóstico de la realidad y previsión de necesidades de una comunidad o país en materia educativa, así como de determinación de las acciones y medios alternativos necesarios para satisfacerlas; en síntesis, es una metodología de análisis, previsión, programación y evaluación del desarrollo educativo. Persiguiendo este fin utiliza, adapta y combina conceptos y técnicas de la pedagogía, educación comparada, economía, sociología, antropología cultural, demografía, estadística, administración y otras disciplinas auxiliares relacionadas con la cuantificación y explicación de los hechos sociales.

En este sentido también hacen falta organismos y personal técnico especializado capaces de aplicar los resultados de la investigación y los métodos de análisis de tales disciplinas a la solución de los problemas de política y desarrollo educativos.

Por consecuencia, un eficaz proceso de planeamiento exige la creación, o el fortalecimiento, de ciertos mecanismos técnicos que antes no se estimaban necesarios o desempeñaban un papel secundario, así como el enriquecimiento de los cuadros de personal de la administración tradicional, incorporándoles un mayor y más variado número 
de especialistas.

En un primer momento habrá quienes juzguen innecesaria y costosa la incorporación de este personal especializado, pero a medida que se reflexione sobre la complejidad de las responsabilidades y el monto de los recursos que se asignan a la educación, este aumento de la capacidad técnica de su administración parecerá no sólo lógico sino una inversión rentable de efecto multiplicador.

No se justificaría que la educación no participara del movimiento, ya observado en otros servicios del Estado, tendiente a utilizar al máximo los instrumentos que brindan la ciencia y la técnica para adoptar decisiones y encarar actividades.

Como ocurre en otros campos de la planificación, el proceso de planeamiento educativo, en sus aspectos técnico, exige la aplicación de conceptos y procedimientos específicos que contribuyan a realizar sus tareas de diagnóstico, pronóstico y programación; tales conceptos y métodos son los que hacen precisamente del planeamiento en sí mismo un campo de investigación académica y empírica, una materia de enseñanza y una especialidad profesional, y se refieren a dos aspectos principales;

a.    Teorías o hipótesis explicativas sobre la interdependencia de los hechos educativos entre sí, y de éstos con los culturales, económicos y sociales, así como sobre los factores que se combinan para dar perfiles diversos a sus relaciones en contextos históricos y sociales determinados; estos conocimientos son indispensables para abordar el análisis de los sistemas educativos y planificar su evolución con un sentido integral.

b.    Metodologías generales y técnicas específicas realizables para efectuar los diversos análisis, previsiones y proyecciones, así como para el tratamiento de los diferentes elementos que componen el plan: fijación de objetivos y metas, elaboración de programas y proyectos de actividad, determinación de recursos indispensables, etc.

Tanto la teoría explicativa del desarrollo educativo como las metodologías y técnicas que se acaban de mencionar están muy lejos de presentar el grado de solidez, rigor y coherencia propios de otros campos de la planificación. No obstante, los rápidos adelantos de los últimos años y el impulso y orientación que han adquirido los estudios sobre los aspectos teóricos y prácticos del planeamiento de la educación, permiten aguardar notables progresos a un plazo relativamente corto.

Los actuales estudios emprendidos sobre economía de la educación, sociología de la educación y educación comparada, así como el movimiento encaminado a incrementar la investigación y experimentación pedagógicas, constituyen pasos firmes hacia la formación del núcleo básico de una teoría explicativa de la naturaleza y los factores del desarrollo educativo.

En cuanto a las metodologías mucho se avanzó al aplicar al campo de la educación las técnicas estadísticas y demográficas, el análisis económico, sociológico y la racionalización administrativa; se emplean con resultados satisfactorios los principios y métodos de la investigación operativa, la programación lineal y el análisis de sistemas.

También se ha progresado considerablemente empunto a la elaboración de indicadores del desarrollo educativo, las previsiones de necesidades de formación de recursos humanos y el análisis de costos educativos. Por otra parte, se dispone ya de algunos valiosos ensayos de planeamiento educativo basados sobre esquemas metodológicos, implícitos o explícitos, que, analizados con cuidado, pueden conducir a generalizaciones orientadoras.

Así mismo, la necesidad de efectuar programas de capacitación en materia de planeamiento de la educación ha obligado a organizar el conocimiento disponible, enriqueciendo en algunos aspectos donde se evidenciaban las mayores lagunas, pero muy en especial a sistematizar el conjunto de sus problemas. En conclusión, ya existe y se perfecciona con evidente rapidez un conjunto de conocimientos y procedimientos técnicos de planeamiento de la educación; y no es aventurado afirmar que en la actualidad se sabe más sobre la materia que lo que se aplica en los procesos reales que se realizan en los diferentes países.

Tal vez ello pueda deberse a la escasa divulgación de los conocimientos existentes y al reducido número de beneficiarios de los programas de capacitación en la materia.

2.    EL PLANEAMIENTO EDUCATIVO COMO PROCESO POLÍTICO
 En su aspecto político, el planeamiento se identifica con el proceso de adopción de decisiones de gobierno a través de sus órganos legislativos y ejecutivos; o dicho, en otros términos, es el proceso por el cual las alternativas y los planes preparados por los técnicos se convierten en política, orientación y norma de las actividades del Estado.

En materia educativa las decisiones pueden presentar formas y contenidos muy diversos: reducirse a la formulación de propósitos y directivas generales de la acción, establecerlos de modo detallado, tener un carácter imperativo o simplemente indicativo. En general las decisiones se refieren a asuntos de la mayor importancia como los siguientes: objetivos y metas por alcanzar, prioridades de la acción, modificaciones o reformas sustanciales a introducir en los sistemas educativos, nivel y composición de los recursos financieros asignables a la educación, distribución de responsabilidades y cooperación en el esfuerzo educativo; en pocas palabras, apuntan a una política educativa, entendida ésta como un conjunto coherente de decisiones que tienden al logro de objetivos bien definidos.

Es de suyo evidente que son estos aspectos de decisión política lo fundamental para que pueda darse un desarrollo planificado de la educación. De nada o de poco servirían los estudios y previsiones acuciosos y el esfuerzo técnico de elaboración de planes, si no culminasen en su objetivo final, es decir, si no sirviesen para adaptar una política gubernamental explícita sobre la materia, normativa de las actividades y capaz de generarlas y coordinarlas.

En caso contrario, el planeamiento como técnica se reduciría a un ejercicio académico, más o menos útil e interesante, pero que no se convertiría en lo que debe ser: un proceso que proporciona los elementos de juicio para adoptar decisiones que luego se traducen en programas de acción. En síntesis, la función esencial de planeamiento educativo como instrumento técnico es aumentar la capacidad y mejorar la calidad del proceso de adopción de decisiones. Y esta función la cumple de diversos modos:

En primer lugar, suministrando los datos básicos sobre situaciones y necesidades, así como elementos de juicio para las decisiones; en muchos casos tales datos y elementos de juicio pueden generar por sí solos una conciencia sobre la necesidad de adoptar decisiones que, en otras circunstancias, no se hubieran tomado; conviértase así el planeamiento en un factor estimulante y dinamizador del proceso de formulación de políticas.

En segundo lugar, contribuyendo a imprimir mayor coherencia a las decisiones de política educativa; y posiblemente aquí resida su mayor contribución. Esta coherencia tiene varios matices complementarios: entre los diversos objetivos y metas de las políticas, entre éstos y los instrumentos y actividades reales, entre las urgencias y necesidades inmediatas y a corto plazo, y los requerimientos y propósitos a largo plazo; y tal vez lo más importante, la coherencia entre las decisiones, de un lado, y las necesidades objetivas, de otro.

En tercer lugar, suministrando de manera permanente el conocimiento de las tendencias presentes de la educación y de sus proyecciones futuras que permitan una; mayor adaptabilidad de las políticas a las situaciones cambiantes. El elemento decisión, en una u otra forma, y en diversos grados, debe estar presente en todo el proceso de planeamiento.

Los responsables de la educación por decisión en el más alto nivel, adoptan el planeamiento como modalidad y como instrumento de promoción del desarrollo educativo, y crean los organismos técnicos correspondientes; por decisión política se definen el ámbito y el alcance de dicho planeamiento, su carácter imperativo o indicativo.

En la etapa de estudios y proyecciones previas, sólo el contacto directo y permanente de los técnicos con los responsables de la formulación de políticas, permitirá a éstos estar al tanto del proceso y resultados de los trabajos y poder así encuadrar sus decisiones conforme a los hechos y necesidades evidenciadas. Después, cuando los planificadores han llegado a elaborar hipótesis de desarrollo educacional y alternativas de acción, corresponde a los encargados de las decisiones elegir, de acuerdo con ciertos elementos de juicio que escapan al análisis y competencia de los técnicos.

La formulación detallada del plan educativo por parte de los técnicos, debería efectuarse sólo después que los responsables de las decisiones en el más alto nivel jerárquico hayan examinado las diversas alternativas, decidiéndose por alguna de ellas y encargado a aquéllos su programación y realización técnicas y operacionales. Por otra parte, son los ejecutivos de alto nivel quienes, apoyados por los técnicos, promueven y dirigen la consulta sobre el proyecto de plan, y quienes, finalmente, con las modificaciones incorporadas, lo adoptan y promulgan como "política", también son los ejecutivos quienes, informados permanentemente de los resultados de la aplicación del plan, deciden y autorizan las modificaciones pertinentes.

Nada fácil, es establecer esta necesaria interrelación para un planeamiento eficaz entre el elemento técnico, o de concepción, y el elemento político, o de decisión; sus dificultades aumentan especialmente en los países de escaso desarrollo donde la incorporación del elemento técnico al proceso de decisión es reciente y surgió más bien como contagio o imitación que por la plena conciencia de su necesidad y valor. En estos casos, aunque existan los mecanismos de planeamiento, y en ocasiones altamente, calificados, lejos de constituir en la práctica un factor de mejoramiento de la capacidad y la calidad de las decisiones y de ser utilizados para ello, representa una actividad, a veces suntuaria, superpuesta o paralela a los poderes de decisión, y desvinculada de los mismos. En otros países, por el contrario, no se habla expresamente de "planificación", pero mediante un proceso evolutivo se fueron incorporando sus principales elementos hasta llegar a la situación actual en que forman parte habitual del proceso de decisión.

En estos casos, la técnica ha ido agregándose necesariamente a este proceso, como a muchos otros, y la opinión pública no acepta decisiones cuya racionalidad no esté demostrada por lo menos a medias. El poder ha ido perdiendo en las sociedades más evolucionadas él carácter carismático que poseían otrora sus decisiones, y que adquirieron un sentido de racionalidad y objetividad crecientes.

Para establecer una fecunda relación funcional entre los aspectos técnico: y político del planeamiento parecen necesarias ciertas condiciones:

En primer término, la situación adecuada de los organismos de planeamiento, la clara definición de sus funciones en el ámbito institucional y operativa con los organismos que comparten la responsabilidad de las decisiones. Esto último reviste especial importancia, por cuanto en un país muchas son las personas que comparten las decisiones o participan en ellas: las cámaras legislativas, los ministros de Estado, los concejos de educación y universitarios, los ministerios de finanza los organismos presupuestarios, etc.
En cada país, los "focos" del poder vinculados a la educación se sitúan y se relacionan de modo especial; y con ellos debe establecerse la articulación permanente de los mecanismos de planeamiento.

En segundo lugar, es necesario que exista, y en grado suficiente, una "actitud favorable al desarrollo" entre los encargados de tomar las decisiones. Al hablar de "actitud favorable al desarrollo" se alude al tipo de liderazgo que no se limita a administrar lo existente y asegurar su eficiencia mediante decisiones corrientes, sino que está dotado de una visión a largo alcance, de una motivación social poderosa, de una firme voluntad de acelerar el desenvolvimiento educacional y efectuar los cambios que ello supone. Sólo partiendo de esta actitud podrá considerarse el planeamiento como una necesidad imperiosa y el empleo de sus técnicas no será otra cosa que una consecuencia lógica del propósito de acelerar e imprimir una dirección al desarrollo; cuando tal actitud no existe, es natural que dicho planeamiento aparezca como un instrumento más o menos optativo, como un lujo, cuando no como un estorbo.

En tercer lugar, es necesario que el planeamiento como técnica se "haga respetable", demostrando fehacientemente su bondad y eficacia. No cabe esperar que oficinas de planeamiento que funcionan mal, con resultados excesivamente lentos, difusos y poco; fundamentados, puedan ser considerados seriamente por quienes adoptan decisiones; por el contrario, trabajos bien realizados, oportunos y bien presentados, fueron por sí mismos suficientes muchas veces para que los dirigentes y la opinión pública apreciasen el valor del planeamiento y utilizadas, aunque en forma parcial sus aportaciones.
Finalmente, importa recordar que la preparación y adopción de un plan educativo debe formar parte sustancial de los procesos de opinión, discusión y acuerdo que se realizan en un país cuando están en juego los intereses y el destino de la comunidad sobre asuntos esenciales. La opinión pública general, y la especializada de los sectores económicos, políticos, culturales, pedagógicos, etc., constituyen parte esencial del proceso mismo de las decisiones. El magisterio organizado debe desempeñar por su parte un papel central en este proceso de adopción de decisiones y en la aplicación de las políticas aceptadas.

3.    EL PLANEAMIENTO EDUCATIVO COMO PROCESO ADMINISTRATIVO
En sus aspectos administrativos, el planeamiento educativo lo constituyen las series coordinadas de actividades que efectúan los diversos organismos ejecutivos de la administración de esos servicios, en función y en cumplimiento de las políticas y los planes adoptados; en este sentido, el planeamiento educativo es un proceso de actividad administrativa programada. También aquí será necesario insistir sobre el hecho que para poco o nada servirían políticas y planes que carezcan de la posibilidad de concretarse.

En último término, con el planeamiento de la educación se persigue un fin eminentemente práctico: que las iniciativas, decisiones y actuaciones tomadas al nivel de los organismos operativos, direcciones generales de educación, supervisión, administraciones provinciales y locales, dirección de establecimientos, se inserten órdenes, ejecuten y evalúen dentro del marco y la perspectiva de un plan de educación preciso y comprehensivo.

Es difícil alcanzar un propósito semejante, pues supone todo un cambio en las actitudes, capacidad técnica y modalidades de acción de los administradores educativos; las características y requisitos de una administración planificada contrastan fuertemente con el estiló y hábitos de la administración tradicional.

La actividad orientada hada la obtención de metas precisas y a largo plazo, apreciada constantemente en función del cumplimiento de las mismas, coordinada con la actividad de los restantes servicios de la administración docente y otros organismos de la administración general del país, el sentido económico de los esfuerzos y del empleo de los recursos disponibles, la ética de la eficiencia, etc., son exigencias que mal pueden improvisarse.

El planeamiento ha colocado a las administraciones pedagógicas ante imperativos en materia de investigación, organización, procedimientos de trabajo, cantidad y composición de su personal técnico, para satisfacer los cuales no estaban capacitados en la mayoría de los casos. Esto implica que, junto al esfuerzo por desarrollar los mecanismos y trabajos técnicos de planeamiento, es indispensable crear y asegurar las condiciones mínimas de funcionalidad en cuanto a una acción decidida en favor de su restructuración y tecnificación. Sería utópico pensar en la posibilidad de insertar el proceso de planeamiento dentro de un contexto administrativo que no lo comprende, lo rechaza o por inercia, lo toma ineficaz.

Frente a estos problemas no faltan quienes postulan la necesidad de conferir atribuciones ejecutivas a los organismos de planeamiento, dando así origen, prácticamente, a dos administraciones educacionales paralelas: la ordinaria y tradicional y la encargada de las actividades de desarrollo propiamente dicho.

Se añade que en esta forma no sólo quedaría asegurada la aplicación eficaz de los planes sino también la evaluación de los resultados y la incorporación de las modificaciones del caso en los objetivos, medios y proceso de la actividad. Semejante solución de suyo inconveniente, introduciría un factor de confusión y distorsiones en el esquema institucional de la educación; despertaría resistencias y constituiría un expediente costoso.

Necesario y aconsejable es, por el contrario, modernizar esas administraciones, dotándolas de capacidad organizativa, recursos y personal acordes con los requerimientos de un desarrollo planificado de la educación. Por otro lado, algunas condiciones y medidas parecen indispensables si se desea evitar el divorcio entre administración y planeamiento y crear las condiciones favorables a este último.

En primer término, es necesario mencionar el fácil recurso de establecer una separación tajante entre los organismos de planteamiento y los organismos operativos, asignando a los primeros, en términos absolutos, la función de concebir y elaborar los planes y reformas educativas, y a los segundos la tarea de ponerlos en práctica.
Tal simplificación, que desconoce la real complejidad del proceso de planeamiento, despierta justificada resistencia psicológica por parte de los ejecutores y constituye el mayor obstáculo para la organización y realización de un planeamiento eficaz. Es difícil convencer a quienes, por ley y por costumbre, tuvieron la atribución de concebir y al mismo tiempo ejecutar las decisiones y medidas relativas al servicio de su competencia, que existe un nuevo organismo que asume la función de concepción y planeamiento, y que a ellos sólo les corresponde aguardar plañes por otros elaborados, para limitarse a ejecutarlos y rendir cuenta de los resultados.

Lo acertado es concebir el planeamiento de la educación como un proceso, en el cual, y con caracteres, oportunidades y grados diversos, participan los organismos que integran la administración educativa en sus distintos niveles.

La creación de organismos específicos de planeamiento responde a la necesidad de:


a)    Institucionalizar la función planificadora; y
b)    Contar con un mecanismo que:

1.    Coordine el proceso de dicho planeamiento asegurándole su carácter integral y coherente;
2.    Articule el planeamiento educativo con el proceso de la planificación general del desarrollo y de otros servicios del Estado;
3.    Realice estudios y previsiones proyectadas sobre el conjunto dé la educación y no sólo sobre aspectos parciales de la misma;
4.    Esté dotado de recursos técnicos y equipos interdisciplinarios para realizar la función de planeamiento en forma continua y no solamente ocasional.

Estas características no sólo no suprimen, sino que suponen necesariamente el aporte y la colaboración de los diversos organismos operativos que están en contacto directo con las diferentes realidades educativas.

En esta forma, en lugar de concebir el "organismo de planeamiento" como una entidad que absorbe y agota la función planificadora, debe pensarse en un proceso generalizado de toda la administración educativa, en un "sistema de planeamiento", dentro del cual le compete al organismo específico una función, definida con claridad y entendida en todo su alcance por los restantes organismos.

Por otra parte, se necesita un esfuerzo sistemático que apunte hacia una triple dirección:

a)    Familiarizar los administradores educativos con los conceptos, objetivos y técnicas del planeamiento pedagógico, de tal suerte que éste no aparezca como una actividad esotérica y extraña;

b)    Familiarizar a los mismos administradores con los conceptos y problemas del desarrollo y con las consecuencias económicas y sociales de la educación;

c)    Tecnificar ciertos organismos administrativos sin cuyo eficaz y ordenado funcionamiento no puede asegurarse un planeamiento efectivo.

Piénsese, por ejemplo, en las secciones de estadística, presupuesto, planes y programas de estudio, textos escolares, construcciones escolares, supervisión, asistencia social escolar, evaluación del rendimiento escolar, legislación escolar, orientación vocacional, etc. 

Dichas secciones adquieren, en relación con el planeamiento educativo, una importancia singular y encuentran en el mismo una plena utilización funcional.